El lado oscuro de Europa es el que está pasando factura a los de Donosti, que no consiguen ganar un partido desde mediados de agosto, justo antes de que empezara el sueño de la Champions. Los problemas de estar en tres competiciones les están afectando puntuales como un reloj en forma de lesiones, saturación de partidos, y falta de tiempo para recuperar efectivos. Las visitas a Elche y Levante nos recordaron que esta plantilla no tiene experiencia jugando miércoles-domingo y, que al fin y al cabo, son humanos. Dos equipos ordenados, bien plantados, y que muerden en cada balón dividido, una receta que fue suficiente para anular a una Real falta de chispa, que no fue capaz de encontrarse a si misma. Si Babá llega a tener el día estaríamos hablando de un botín de un sólo punto en ambos partidos. La visita del Málaga fue un más de lo mismo, con un ataque que solía bombardear al contrario y parece que ha olvidado dónde puso el cañón. De milagro no se llevaron los puntos los de Schuster.
Europa es un arma de doble filo, y tenemos bien reciente el ejemplo del Villarreal, que pasó de jugar la Champions a descender. Un arranque como este era de esperar para la Real, que además ha tenido alguna semana con casi diez lesionados en la plantilla. Un poquito de Champions y unas gotitas de virus FIFA, y tenemos como resultado una Real irreconocible. De los próximos cuatro partidos de liga, tres son fuera de casa, y a estos se añade de por medio la visita a Leverkusen. Un momento malo y un calendario que aprieta pueden hacer tocar fondo a estos jugones.
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